El término "cultura" identifica
el conjunto de formas de vida, materiales e intelectuales de una
sociedad. Por otro lado, "reciclaje" define el proceso industrial por el
que los residuos continúan su ciclo de vida, convirtiéndose bien en
materias primas para la obtención de nuevos productos o bien en energía.
Pues bien, la cultura del
reciclaje sintetiza el reto al que se enfrenta la sociedad del siglo XXI
ante los problemas actuales de tratamiento y eliminación de los
residuos generados en nuestras actividades diarias.
Nuestra contribución al proceso
de reciclaje es imprescindible, ya que éste se inicia con la separación
selectiva de los residuos en origen, es decir, en nuestras casas.
Este sencillo gesto, convertido
en costumbre tras el hábito, es esencial para que el reciclaje
funcione. Como hasta ahora nuestra actuación frente a los residuos ha
sido depositarlos en la misma bolsa de basura y para un mismo contenedor
de recogida, la sensibilización y concienciación sobre los beneficios
del reciclaje así como la información y formación de cómo proceder a
separar nuestros residuos, son herramientas básicas para invertir
actitudes y formar una cultura hacia el reciclaje.
Los
cambios de hábitos, tendentes al consumo más desaforado, así como el
crecimiento desmedido de los núcleos urbanos exigen modificar la
conducta en lo que a residuos se refiere, estimulando la responsabilidad
que cada uno tiene por el mero hecho de generar el residuo. Además, no
separar nuestros residuos viene a ser lo mismo que hacerlo
incorrectamente, de ahí que el empeño se centralice en educar a los
ciudadanos en el por qué y en el cómo de manera conjunta.